Finanzas

Fracking, o fractura hidráulica, ¿la técnica que ha revolucionado el petróleo?

La fracturación hidráulica, o fracking, es una técnica para extraer combustibles fósiles del subsuelo mediante el empleo de agua a presión. Los combustibles convencionales, como el petróleo o el gas natural, no son renovables, por lo que sus yacimientos se agotan. A medida que se reducen las reservas de estos combustibles en las capas más superficiales de la corteza terrestre, se ha hecho necesario buscar nuevos yacimientos a mayor profundidad. El problema de estas reservas es que no se extraen con facilidad: están atrapadas entre capas de roca de difícil acceso y sus condiciones los hacen combustibles no convencionales, en general muy viscosos y que por tanto no fluyen con normalidad.

Para obtener dichos combustibles se desarrolló el fracking, que permite acceder a los yacimientos fracturando las bolsas de roca que los contienen. Se perfora la corteza terrestre a una profundidad que puede superar los 3.000 metros y se inyecta agua a presión, en la que se diluyen compuestos químicos. Así se crean grietas controladas en las capas de roca que almacenan los combustibles que se desean extraer, lo que ha permitido acceder a yacimientos antes ocultos o inaccesibles y aumentar las reservas globales.

 

 

La fracturación hidráulica es, por tanto, una técnica de extracción no convencional. El fracking vertical empezó a utilizarse en los años cuarenta del siglo XX, mientras que el horizontal se emplea desde los años noventa. Estados Unidos es uno de los países en los que más ha proliferado. Esta técnica comenzó a utilizarse allí en 1947, aunque el boom ha llegado en las últimas décadas por dos razones. Por un lado, aumentar la producción nacional ha permitido a Estados Unidos eliminar costes de importación y asegurar su suministro sin depender de otros países. Además, el fracking ha ayudado a la recuperación económica del país, que ya es el primer productor de petróleo del mundo y está cerca de ser autosuficiente en materia de energía.

 

 

Caro, contaminante y polémico

La opinión acerca del fracking es diversa. Se ha acusado al sector energético de ignorar los peligros que tiene para la salud y el medioambiente. Los gases que se producen durante la extracción pueden provocar asma, cáncer o malformaciones en los fetos, entre otras secuelas, en personas muy expuestas, ya sean operarios o habitantes de zonas cercanas a los pozos de extracción. El proceso también contamina el aire y el agua subterránea, de la superficie y potable. Una de las mayores preocupaciones es la gran cantidad de agua que requiere y la gestión de las aguas residuales después de la extracción. Asimismo, en zonas donde se practica ha aumentado la actividad sísmica por la alteración de las rocas de la corteza terrestre. Todo ello sin contar los daños que provocaría un fallo en la extracción.

Sin embargo, a causa del aumento del precio de los combustibles, el fracking se mantiene como un método de extracción rentable: aunque es más caro, da beneficios si el precio del barril está por encima de unos treinta dólares. Junto al plano económico, quienes están a favor de esta técnica mantienen que es segura para las personas y el medioambiente. Países como Estados Unidos, Canadá o China se han mostrado proclives a utilizar el fracking, pues permite obtener una mayor cantidad de recursos energéticos no renovables. Otros como Francia, el Reino Unido, Irlanda o Túnez lo han prohibido.

 

 

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