Finanzas

Mercados de futuros, ¿qué son y para qué sirven?

 

Los mercados de futuros son aquellos donde se negocian contratos de compraventa de un producto a largo plazo, pactando un precio para una cantidad determinada a recibir en una fecha específica. Estos contratos, también llamados “forwards” (del inglés ‘hacia adelante’), aseguran un precio de compraventa fijo, ajeno a las fluctuaciones que puedan producirse por crisis económicas o cambios estacionales de la producción, entre otros motivos. Su ventaja principal es que reducen el riesgo asociado a esa variabilidad.

El origen de los contratos de futuros se remonta a las civilizaciones antiguas: existen evidencias de que los egipcios, y más tarde los romanos, utilizaban sistemas de compraventa con precios pactados de antemano. También existe constancia de contratos de futuros en el Japón de finales del siglo XVII, donde servían para asegurar los precios de las cosechas de arroz. El primer mercado de futuros del mundo, el Chicago Board of Trade (CBOT), se fundó en 1848. Originalmente en él solo se intercambiaban productos agrícolas como cereales, pero después empezó a ofrecer otros productos como metales preciosos o hidrocarburos o bonos del Tesoro de Estados Unidos. En el año 2007 el CBOT se fusionó con el Chicago Mercantile Exchange, otro mercado de futuros y productos financieros, para crear CME Group, el mayor mercado de futuros del mundo.

 

 

Sus ventajas son también sus inconvenientes

Casi cualquier mercancía puede negociarse en un mercado de futuros, desde commodities, también conocidas como “materias primas”, hasta divisas e índices bursátiles. Por ejemplo, el mercado de los combustibles está sujeto a bruscas subidas y bajadas de precios según los sucesos internacionales —como tensiones geopolíticas, guerras, bloqueos comerciales o crisis financieras—, y los forwards protegen de esas variaciones. Algo similar ocurre con los precios de los cereales, para los que se estiman subidas progresivas y constantes.

 

 

Las ventajas e inconvenientes de los mercados de futuro son dos caras de una misma moneda: la posibilidad de prefijar los precios y cantidades de un producto hacen que no se vean afectados por factores externos. Si el precio de mercado de un producto sube, el vendedor perdería dinero y el comprador lo adquiriría más barato, pero, si baja, el vendedor habría asegurado un precio superior y el comprador tendría que pagarlo más caro que el vigente en el momento de la compra.

 

 

Productos de especulación

Los contratos de futuros son muy demandados en los mercados financieros por quienes buscan especular con sus valores y por aquellos que, aún con inversiones en bolsa, quieren cubrirse frente a futuros cambios de precios. En muchas ocasiones, estos contratos se liquidan por adelantado para minimizar un posible impacto negativo sobre la persona que especula, que en esos casos pasa de comprador a vendedor, y que otra entidad adquiera el contrato. Sin embargo, se ha señalado a los contratos de futuros, en especial los inmobiliarios, como detonantes de la crisis financiera y económica global de 2008 junto a otros instrumentos financieros. La especulación en el mercado financiero engrosó la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008 por la inhabilidad de quienes especulaban para predecir el riesgo que implicaban sus propias operaciones.

 

 

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